Dormir sola es tan fantástico como dormir acompañada. Dormir es fantástico. Dormir boca abajo con brazos y piernas en cruz, ocupando todo el espacio. O hacer alarde de estoicismo y dormir arrolladita en las frazadas sin moverme mucho durante la noche, ocupando un sólo lado de la cama, aunque duerma sola.
Va la foto de una versión de lo que me acompaña al ladito, que a veces se abunda. Alimento zen, fideitos con salsa de soja y calabaza hervida. Un libro de traducciones de poetas latinos, soez, porno, divertido. Una parte del diario La Nación, que compro para tener la tarjeta Club La Nación, controles remotos de TV, DVD, etc., aparatos que también acompañan, y a veces abusan de mi paciencia y mi cansancio. Abrigo de lana tejido comprado a un señor en la calle en Méjico DF. Almohadones que cuando me da el sueño ya ingobernable, son arrojados con o sin puntería en dirección la silla que está rota debajo de la ventana
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